"Un revolucionario puede aceptar cualquier tipo de clandestinidad menos la clandestinidad moral" >Roque Dalton<
De todas las musas es Clío; la Reina inspiradora, es quien conlleva a escribir en pergaminos de eternidad la historia de aquellos cuyas vidas no pueden pasar desapercibidas ante los embates del tiempo. Permitidme pues, oh! espléndida deidad, escribir la historia de aquel cuya humildad y grandeza le hizo emprender la mayor de todas las gestas reivindicadoras laborales contemporáneas, aquí en la patria de Bolívar y Chávez, un sencillo pueblerino de la península pariana, originario de Yaguaraparo estado Sucre, se lanza impetuosamente en la búsqueda de una secuestrada justicia, pensando siempre en un mejor futuro, para él y los suyos, compañeros de lucha, humildes trabajadores que vieron e hicieron florecer un sistema industrial de talla imperial, pero herederos a su vez de una realidad forjada con manos de acero, con indiferencia por el sacrificio humano, con amenazas de suprimir sus esperanzas en cualquier momento, sin permitirles siquiera detenerse a secar el sudor de sus rostros. Eran tiempos de arbitrariedad y barbarie, tiempos de atropellos y manipulaciones, tiempos, en que nadie le daba una mano al obrero, sólo frío y glaciación circundaban el ambiente, se les helaban los huesos y se les congelaba el alma, porque en Latitud Polar reinaba el miedo y el espanto, el temor a quedar a las afueras del iglú, a la intemperie, donde serían presa fácil de fieras hambrientas, fieras que acechan en la oscuridad infinita de los polos.
Frank Quijada ha escrito su nombre en el permafrost de los hielos eternos, y junto al suyo el de sus leales guerreros, quienes han hecho posible una historia de leyenda, digna de redireccionar a su pueblo a través de esta escritura inédita.
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